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lunes, 12 de octubre de 2009

Mensaje del Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana en defensa de la vida

“EL CONCEBIDO ES SUJETO DE DERECHO EN TODO CUANTO LE FAVORECE”


1. La vida no nos pertenece, es posesión de Dios y ha sido puesta a nuestro cuidado. El hombre no es producto de sí mismo, así como la inteligencia no es producto de la casualidad.

2. El primer derecho de una persona es el derecho a vivir, que es el fundamento y condición de posibilidad para ejercer todos los demás derechos. A nadie le compete dárselo a unos y quitárselo a otros.

3. No es el reconocimiento por parte de otros lo que constituye este derecho, sino que es algo anterior, lo que implica que denegarlo constituye una injusticia

4. Así, la vida no puede ser suprimida por ninguna razón, ni sacrificada a favor de otros, aunque sea para salvar a alguien. Cuando se admiten derogaciones a este principio, se está abriendo la puerta al aborto, a la eutanasia y a cualquier otro procedimiento discriminatorio.

5. Quienes se inclinan por sacrificar la vida del feto en aras de resguardar la vida de la madre, aún en casos lamentables de violación, parten del presupuesto de que la vida de la madre tiene mayor valor que la del hijo, lo que es arbitrario y falso. Todos los seres humanos poseen la misma dignidad y el mismo valor.

6. Nuestra Constitución reconoce que la vida humana se inicia con la concepción, y señala que el concebido es sujeto de derecho en todo cuanto le favorece. Y el principal de esos derechos es precisamente el derecho a la vida.

7. Además, si nos ceñimos a los parámetros legales y a los preceptos constitucionales declarados con el más elevado espíritu de humanidad, la vida humana no es un derecho disponible.

8. Hay sectores que justifican algunos atentados contra la vida en nombre de los derechos de la libertad individual, y sobre este presupuesto pretenden no sólo la impunidad, sino incluso la autorización por parte del Estado con el fin de practicarlos con absoluta libertad y con la intervención gratuita de las estructuras sanitarias, que deben estar puestas al servicio de la vida.

9. Así pues, ninguna razón puede jamás dar objetivamente derecho para disponer de la vida de los demás ni siquiera en sus comienzos, sería absurdo plantear que el derecho considera sin valor o con menos valor a sujetos con determinadas diferencias físicas o psíquicas.

10. También el llamado aborto terapéutico es un camino a una sistemática planificación eugenésica de los nacimientos. Se va abriendo paso a una mente eutanásica, manifestación no menos abusiva del dominio sobre la vida, que en ciertas condiciones ya no se considera digna de ser vivida.

11. ¿Quién puede calcular los efectos negativos sobre el desarrollo de esta mentalidad? ¿Cómo podemos extrañarnos de la indiferencia ante tantas situaciones humanas degradantes, si la indiferencia caracteriza nuestra actitud ante lo que es humano?.

12. Corremos el riesgo de no escuchar más el llamado de nuestra conciencia a defender la vida, debido a una conciencia incapaz de reconocer lo humano e incapaz de reconocer el reclamo de la verdad moral. La verdad siempre perturba y jamás es confortable.

13. La vida, desde su concepción, nadie puede suspenderla o lesionarla; todo intento de justificar la eliminación de las criaturas por nacer, enfermas o discapacitadas, pone al descubierto la dificultad que se tiene para aceptar a la persona enferma, y evidencia el falso concepto de calidad de vida. Así, el hombre se quiere convertir en árbitro supremo de quién ha de nacer y de quién no.

14. La privación de vida intrauterina no le hace nada bien a la libertad, aunque sí al libertinaje propio de todo exceso carente de sabiduría.

15. Si en el Perú no existe la pena de muerte ni para los peores criminales. ¿Cómo es que podemos aceptar la pena de muerte para un embrión que ni siquiera tuvo tiempo de cometer ningún error y ni siquiera puede defenderse?, ¿Es esto justo?, ¿es esto humano?.

16. Además, la defensa de la vida no es sólo cuestión de religión, sino de ética, de dignidad, de derechos humanos y de civilización.

17. Recuerda que también tú fuiste un embrión, un feto. Hoy vives, por eso ama y defiende la vida y alaba al Señor tu Dios.


+ HÉCTOR MIGUEL CABREJOS VIDARTE, OFM

Arzobispo Metropolitano de Trujillo

Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana

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